PSICOLOGÍA y DAÑO CEREBRAL...

22 de mayo de 2008

Mente y Cerebro (y II)

"Un ser humano al que se le impidiera tener experiencias estimulantes y significativas desde los primeros días de su vida poseería un cerebro, pero no una mente. En definitiva, nuestra mente es nuestro cerebro y tal como se ha ido formando." [Edoardo Boncinelli]


Comenzábamos a exponer en un anterior artículo Mente y Cerebro (I) la enigmática y siempre espinosa relación entre estas dos entidades.

Una de las cuestiones que nos podemos plantear ahora es... ¿Cómo explicar desde una postura dualista que una sustancia inmaterial, como la mente, interactúe con algo material como el cerebro? Es este un problema irresoluble desde esta perspectiva, sin embargo, considerar a la mente fruto de la actividad cerebral es una hipótesis no carente de apoyos empíricos y de investigación.

Decíamos que la identidad mente-cerebro se hace evidente para todos nosotros en muchos fenómenos de la vida real y cotidiana. Por ejemplo: el propio trastorno mental con base en un desequilibrio hormonal o neuroquímico (véase una depresión postparto y la trágica experiencia de idear o desear la muerte del niño por parte de su propia madre). Otro ejemplo, podría ser la conocida capacidad de ciertas drogas psicotrópicas para alterar los estados de conciencia (véase el famoso LSD o plantas alucinógenas como el Peyote). También nos resulta bien conocida la forma en que operan ciertos ansiolíticos (véase benzodiacepinas) para mitigar estados psicológicos bien conocidos y molestos, o la peculiar reacción del alcohol al llegar a nuestro cerebro, con la consiguiente desinhibición en la conducta y sus consecuencias no siempre agradables. En definitiva, todos estos ejemplos (y muchos más que se nos podrían ocurrir a todos) no dejan de ilustrar aquella frase atribuida a William James (uno de los padres de la moderna psicología) "Toda experiencia tiene una base cerebral".

Hablaremos ahora, y de forma concisa, de la teoría neurobiológica del investigador G.M. Edelman para intentar dar algo de luz sobre esta oscura pero apasionante relación de nuestro cerebro y nuestra mente.

Si pensamos en la misma vida del feto en desarrollo podemos hablar -según Edelman- de cómo se van gestando en ese cerebro intrauterino complejos esquemas de redes neuronales. Estos esquemas irán adquiriendo experiencia tras el nacimiento del bebé. La progresiva acumulación de impresiones vividas, de experiencias acumuladas en la niñez, irán enriqueciendo las conexiones en estas redes de neuronas. En definitiva, el cerebro se irá construyendo en su relación con el mundo real y sus innumerables estímulos.
Comenta Edelman, como el mundo es creado por el cerebro no estando en realidad hecho del modo en que lo percibimos. Nuestros distintos sentidos es como si tomasen "muestras" del mundo para construir los denominados mapas cerebrales. Según Edelman, estos mapas perceptivos son el comienzo, el primer paso, en nuestro desarrollo psicológico y precederían a la aparición de la propia conciencia.

El resto de especies de mamíferos, poseerían un tipo particular de conciencia más primaria que sólo contendría imágenes mentales del presente pero sin la sensación de la existencia de un pasado o un futuro. A fin de cuentas, todavía no se ha constatado que perro o gato alguno añore los buenos momentos vividos o se ilusione por un futuro prometedor.

Bromas aparte, no podemos dudar de que nuestra capacidad de conciencia es de un tipo muy especial, única en el reino animal, pues tenemos la consciencia de tener conciencia. Somos conscientes de ser quien somos, de ser un yo en el mundo que rompe las cadenas del aquí y el ahora para dejarnos añorar, soñar despiertos e imaginar incluso mundos imposibles.



Edelman nos recuerda que la conciencia es un proceso y no una sustancia o algo en si misma, es además personal y cambiante con el paso del tiempo. Todo lo que hay en ella tuvo que haber sido previamente objeto de reflexión o vivencia en nuestro comportamiento. Es, en definitiva, una conciencia "de" o "sobre" las cosas y experiencias vividas. Parémonos a pensar sino cómo se nos manifiesta realmente nuestra propia conciencia y lo que alberga en cada uno de nosotros.


En su reciente y muy interesante libro divulgativo Breve Historia del Cerebro, el profesor e investigador español Julio González reflexiona (en los últimos capítulos) sobre estas cuestiones a medio camino entre la neurociencia y la llamada filosofía de la mente. Nos propone este autor un interesante símil para tratar de ilustrar cual sería el grado de comprensión que la neurociencia actual tendría sobre la relación mente-cerebro:


Respecto a la comprensión profunda de este órgano y cómo su funcionamiento genera una mente consciente (...) quizá nuestro nivel de comprensión del cerebro no sea mayor que el que pudiera tener un medieval, o, si se prefiere, alguien de la época victoriana, sobre un televisor con el que se tropezara en funcionamiento. Comprobaría que moviendo ciertos botones se altera la voz o la imagen, que unas partes están más calientes que otras, etcétera, pero tendría que esperar al advenimiento de la teoría electrónica de la materia para entender su funcionamiento. Tal vez ahora suceda otro tanto sobre nuestra comprensión de por qué los circuitos neurales generan experiencias conscientes y necesitemos un nuevo paradigma que lo haga posible. [Pág. 266]  
                                                         Breve Historia del Cerebro (Ed. Crítica, 2010)


También se comenta en esta recomendable lectura, un conjunto de atrevidas hipótesis propuestas para poner algo de luz en uno de los más oscuros misterios de la neurociencia...¿cómo puede surgir la conciencia de un conjunto de millones de neuronas cerebrales?. Entre otras, me ha parecido interesante destacar aquí la del físico y matemático Roger Penrose que relaciona la emergencia de la conciencia como resultado de la existencia de procesos propios de la física cuántica en el interior de las estructuras más íntimas de las neuronas (los microtúbulos).


Por otra parte, aunque los neurocientíficos en la actualidad defienden una postura explicativa de carácter monista en la relación mente-cerebro (la mente como producto exclusivo del funcionamiento del cerebro), existen algunas excepciones notables como la del filósofo Karl Popper y el neurofisiólogo John Eccles que defenderían una postura dualista en esta relación.


                                                       [VÍDEO]

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21 de mayo de 2008

Mente y Cerebro (I)

"En el principio era el cerebro secreto. El cerebro encerrado y soldado en el pensamiento"  [Dylan Thomas, Poesías]
                              
El príncipe examina el cráneo exhumado de su bufón y recuerda como aquella cavidad vacía albergó en su día un cerebro humano:
Déjame ver (Examina la calavera.)
¡Ah, pobre Yorick! Yo le conocí. Era un hombre sumamente gracioso, y de la más fecunda imaginación. Aquí estuvieron aquellos labios donde yo di numerosos besos. Esta calavera supo guardar una lengua, ¡que hasta cantó alguna vez!  [Hamlet, acto V, escena II]


Ya en la obra del genio de Shakespeare aparece este inquietante interrogante...¿Todo lo que somos está en nuestro cerebro y sólo ahí? 

El pensador francés Rene Descartes planteó en su obra filosófica una separación entre las entidades mente y cerebro (postura dualista), algo que hoy no se mantiene ni defiende desde ninguna de las ciencias del cerebro (neurociencias), hablándose de "un todo psicofísico" donde mente y cerebro se interrelacionan haciendo depender la existencia de la primera del buen funcionamiento de la segunda (no hablamos aquí del alma, un concepto metáfisico y circunscrito estrictamente al ámbito de la fe y las creencias).

Todos en mayor o menor medida, directa o indirectamente, hemos sido testigos de las terribles repercusiones del daño cerebral en la mente, en el yo de una persona, por ejemplo, podemos pensar en cómo era aquel esposo para su mujer e hijos antes de enfermar de Alzheimer y entonces, ante hechos como estos uno podría preguntarse...¿dónde está ahora aquel yo que parece ya no estar?, ¿dónde están su personalidad, su ingenio, su humor y su grata conversación? Sí, ciertamente, las  trágicas consecuencias que sufre el cerebro en una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer terminan, inevitablemente, afectando a  toda la psicología y personalidad del enfermo.



En el prólogo de un pequeño pero más interesante libro titulado El Cerebro [Jacques-Michel Robert; Editorial Debate 1995] se dice lo siguiente:

Sopesar, observar un cerebro humano retirado del formol o de un congelador genera admiración e interrogantes. En primer lugar, es pesado, muy pesado. No hay en nuestro cuerpo un órgano más denso.
En las profundidades de sus comprimidos repliegues, blancuzcos, subsiste la huella del ser al que animó, de lo que vió, comprendió, pensó, de lo que lo emocionó, consternó incluso, todo lo que fue la vida de un niño, de un adolescente o de un ser maduro, sus dudas y sus elecciones, sus amores y sus odios, sus prejuicios y sus proyectos

Sin duda, este es el problema número uno de las neurociencias y su mayor y más enigmático interrogante...llegar a conocer cómo mente y cerebro se relacionan. Hoy en día, y gracias a los nuevos métodos de exploración cerebral es posible ver y estudiar las distintas actividades mentales (percepción, memoria, emoción, pensamiento, etc.) y su localización en las áreas cerebrales donde estas parecen tener lugar. Así, modernas técnicas de neuroimagen como las denominadas PET SPECT son capaces de visualizar el mismo funcionamiento del cerebro cuando este se halla ocupado en alguna actividad cognitiva, y gracias a estas nuevas tecnologías se está ahondando en una mayor y mejor comprensión de la relación mente-cerebro como no se había logrado hasta ahora.

En un próximo artículo, comentaré una teoría del neurobiólogo G.M. Edelman, investigador que ha estudiado en profundidad los procesos que tienen lugar en el cerebro humano y su relación con las actividades propias de la mente.


                                                    [VIDEO]


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2 de mayo de 2008

La Neuropsicología y El Daño Cerebral

"Allí donde está el dolor, está también lo que lo salva" [Hölderlin]

Un buen amigo mío, me comentaba como le producía cierto desasosiego pensar que una pequeña lesión, una rotura en alguna arteria cerebral o un mal golpe nos pueden convertir en alguien que ya no es el que era, y lleva razón mi amigo, pero es algo en lo que no solemos pensar y algo que nos suele pasar desapercibido.

Nada está más alejado de mi intención que preocupar o generar sentimientos hipocondríacos con estas palabras, pero es muy cierto que nos olvidamos de este "omnipresente amigo" encerrado bajo los huesos de nuestro cráneo. Nos olvidamos sí, hasta que algo en el cerebro comienza a fallar o hasta que sabemos que algo le pasa en la cabeza a esa persona conocida, estimada o querida. Hablamos aquí del llamado daño cerebral y de todas aquellas circunstancias que pueden afectar a este órgano de materia gris y arrugada. De todos esos síndromes que puede padecer nuestro cerebro (a veces tan extraños y enigmáticos) bien sabe la todavía corta historia de la neurología y la neuropsicología. Son ciertas lesiones cerebrales congénitas o sobrevenidas, o determinados daños neurodegenerativos (como ocurre en las demencias) los que nos hacen tomar conciencia de la enorme relevancia del cerebro en nuestro vivir cotidiano y satisfactorio.


De todas estas cosas pretende modestamente informar el blog que ahora visitas, no para preocupar, sino para informar ya que mi intención es ir abordando distintos tópicos de la neuropsicología, de lo que estudia y de todo aquello en que nos puede ayudar. 

La Neuropsicología es una disciplina científica fundamentada en los descubrimientos y hallazgos de otros saberes científicos afines, como la neuroanatomía, la neurofisiología y la psicología principalmente, y que junto a otras ciencias dedicadas al estudio del cerebro conforman las llamadas neurociencias. En concreto, la neuropsicología estudia las relación entre nuestras estructuras cerebrales macroscópicas (hemisferios, lóbulos regiones y áreas encefálicas) y las llamadas funciones cognitivas (atención, percepción, lenguaje, memoria, o razonamiento), interesándose también por las alteraciones en la afectividad o nuestro comportamiento producto o consecuencia de la existencia ciertas lesiones o disfunciones cerebrales.




Es un saber neurocientífico no sólo de carácter teórico sino también clínico,  ya que a través de distintos procedimientos de evaluación (tests neuropsicológicos) y técnicas de rehabilitación intentará ayudar en el proceso de recuperación de una persona afectada por alguna forma de daño cerebral. Es esta una materia de muy corta historia (principalmente desarrollada a lo largo del siglo XX) pero de prometedor futuro y que cada vez está más presente en nuestra sociedad. Es precisamente esta sociedad, y cada uno de nosotros en particular, el que debería plantearse la siguiente pregunta: ¿se hace necesaria la rehabilitación de una persona que ha sufrido un daño cerebral?...creo que casi todos daríamos una respuesta afirmativa a esta pregunta, aún cuando la realidad actual de nuestro sistema público sociosanitario (y me refiero aquí al español) es que todavía dispone de muy escasos profesionales y recursos para atender adecuadamente este tipo de daños.

En definitiva, cómo no ayudar a la recuperación de una persona que ha tenido la mala fortuna (pensemos que aquí jugamos todos) de sufrir un daño cerebral, ya sea en forma de un accidente cerebrovascular (véase un ictus o un infarto cerebral) o bien por un accidente de tráfico que le ha privado de su memoria o de su lenguaje. La casuística es abundante, los accidentes cerebrovasculares (ACV) y los traumatismos craneoencefálicos (TCE) ocurren cada día en cientos de personas, ocasionando que su vida cambie drásticamente. ¿Cómo hacer que su vida vuelva a ser la de antes?...que pueda volver a hablar, a recordar, o a comportarse como aquel que siempre fue. Sí, gran empresa esta y  de grandes pretensiones, pero que día a día muy cualificados y entregados profesionales anónimos ayudan a que esto no sea sólo una quimera o un conjunto de buenas intenciones, pues los efectos de la rehabilitación neuropsicológica son ciertos, y tan reales como la vida de aquellas personas a las que ayuda.


La Neuropsicología Clínica, es innegable, ayuda a las personas pero también nos ayuda a comprender y valorar todo aquello que nos hace ser humanos, algo que depende de que nuestro cerebro funcione bien aunque, y esto es creencia personal, la esencia más profunda de nuestro ser subsiste al daño cerebral por grave y deteriorante que haya sido, ya que la dignidad y grandeza del ser humano no la puede extirpar lesión o degeneración cerebral alguna. Por todo ello, no puedo concebir otra forma de neuropsicología que no sea aquella que vela y proteja esta dignidad humana hasta el final, que es ante todo una vocación y una forma de humanismo.


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